Como cada mañana, revisando las novedades y buscando temáticas para escribir en el blog, he entrado en Reason Why, donde se hacían eco de un estudio de Toluna sobre el transporte público.
Según este estudio de Toluna, al 82% de los españoles nos preocupa utilizar el transporte público.
Y me he parado a pensar en cómo han cambiado las cosas, en cómo el miedo se ha metido en nuestra cabeza y cómo algo tan cotidiano como coger un autobús, un tren, el tranvía…nos da pavor.
Y sí, si tengo que comparar este estudio con mi percepción individual puedo decir que tienen razón. Me da miedo utilizar el transporte público. Yo, la reina del autobús, la que se conoce todas las líneas y frecuencias, la que te puede indicar cómo llegar de una punta a otra de la ciudad utilizando el autobús…Me da miedo cogerlo.
Admitir esto hace que se me remueva el estómago, me causa una sensación de tristeza y un bloqueo mental entre lo que deseo hacer, coger el autobús como antes hacía sin tenerlo que pensar, y el evitar hacerlo a todo costa a no ser que sea una situación de fuerza mayor.
De fuerza mayor, otra de las palabras más utilizadas en los últimos meses, pero ¿qué significa la fuerza mayor? Cuando el transporte público es tu única forma de moverte, algo tan sencillo como ir a ver a tu familia, bajar al centro o incluso ir al trabajo, si es que has tenido la suerte de no entrar en un ERTE o directamente te has quedado sin él, se convierten en acciones de alto riesgo.
Y eso es un estallido para tu cabeza, entre el corazón que te impulsa a cogerlo para ir a ver a los tuyos y la cabeza que se llena de miedos, y de “¿y si?”.
Leyendo esto fuera de contexto (o incluso dentro de él, según cada persona) puede parecer una exageración, pero lo cierto es que el primer paso para superar algo es aceptarlo, y sí, lo reconozco, me da miedo coger el transporte público.
Sin embargo, que de la noche a la mañana, un acto cotidiano se haya convertido en algo que hay que pensarse, no quiere decir que no lo esté haciendo. Lo hago, por situación de fuerza mayor, intentando protegerme y proteger al resto, extremando los cuidados y con el nudo en el estómago cada vez que subo al autobús y se empieza a llenar de gente.
Pero no vengo aquí a hacer una confesión sobre mis miedos de pandemia, si no, para reflexionar sobre los cambios que va a producir en nuestros hábitos y en nuestra mentalidad el covid-19.
Según el estudio de Toluna sobre el transporte público, también ha disminuido las opciones alternativas de transporte como son los coches compartidos, y es que el miedo llega allí donde se encuentren otras personas con las que no hayas convivido durante los meses de confinamiento.
Ahora la pregunta es, ¿hacia dónde nos dirigimos? ¿La pandemia producirá un cambio en la movilidad de los españoles? ¿Seremos capaces de volver a subirnos en un autobús, tren, avión…sin pensarlo?
Supongo que será como el resto de cosas, que con el tiempo y la distancia, poco a poco nuestra mente se irá relajando e irá volviendo a un escenario anterior, donde coger un autobús no suponía un riesgo para tu vida ni para la vida de los tuyos.
Me queda la duda si esto supondrá un cambio definitivo en nuestra mente y en nuestros hábitos, en cómo afectará a nuestras acciones cotidianas y al trabajo de cientos de trabajadores del transporte público.
Sea como sea, será solo con el tiempo, donde podremos ver las consecuencia reales de esta pandemia que nos ha cambiado mucho más de lo que pensamos (y no necesariamente para bien).
Habrá que esperar para ver las consecuencias que dejará en nuestras mentes y hábitos cotidianos esta pandemia, y para ver hasta qué punto ha arrasado con nuestra anterior normalidad.